Existe una ruta más
allá de la conocida como “El Atazar”
de Madrid. Ese lugar de culto para mucho ‘quemado’, madrileño (o foráneo), que sentado a los mandos de una
R cada fin de semana, cuando el tiempo o la autoridad lo permiten, recorren su asfalto poseídos por el espíritu de las Road Races a través de este sinuoso y divertido
tramo de montaña.
Y es que desde hace algunos años –que yo
recuerde más de quince- la distancia que separan las localidades de Torrelaguna
y El Atazar, se ha convertido en lugar obligado para todo aquel que busca una
carretera de montaña en buen estado donde hacer subir su adrenalina a ritmo de
cuentavueltas y corte de encendido. Poco más de 24 kilómetros que algunos transitan
a velocidades de vértigo apareciendo después de alguna curva ciega rodilla al
suelo o, en el peor de los casos, invadiendo hasta parte del carril contrario. Claro
está, eso si a algún ‘iluminao’, no se le ocurre adelantarte en línea continua como en ocasiones sucede un masificado día dominguero o festivo…
¿Pero quien soy yo para decidir como se debe circular por una vía abierta al tráfico, o de la forma de comportarse a los mandos de una moto? Sin embargo cuando entran en
riesgo el resto de usuarios de la vía por la actitud negligente de unos pocos... De exceder los limites de velocidad en ciertas zonas creo que nadie se encuentra libre de pecado; yo confieso. Aunque siempre guardando unas mínimas reglas de tránsito y un margen de seguridad suficiente. Por descontado que mi comentario no significa ni mucho menos que sea la tónica
general en la conducta de los que visitan este tortuoso tramo en
la zona noreste de Madrid, pero al final ciertos comportamientos tienden a
generalizarse en nuestra sociedad y más viniendo de un colectivo al que se difama
sin razón y con cierta frecuencia. No hay mayor error que intentar convertir la
carretera en un circuito y esto al final, de un modo u otro, lo pagamos todos.
Pero conductas dañinas al margen, lo que me
trae a estas líneas no es otra cosa que poder ampliar una ruta que se sale del
citado ‘circuito’ Torrelaguna-El Atazar/El Atazar-Torrelaguna, el cual comienza en los llanos del Casar de Talamanca
(Guadalajara), con dirección a la conocida como "Sierra Pobre" de la Comunidad de
Madrid y con final en la población madrileña de Puebla de la Sierra. Ya de vuelta hasta Torrelaguna, y para no volver por el mismo camino, he creado una alternativa dando un pequeño rodeo al paso por la población de Buitrago de Lozoya, localidad de gran belleza a los pies del Puerto de Somosierra, y que cuenta con un antiguo recinto amurallado que es Monumento Nacional y Bien de Interés Cultural. Un trayecto donde
encontraremos zonas reviradas y divertidas aptas para todo tipo de
motocicletas, pero donde se moverán sin duda bastante mejor las de tipo
trail/supermotard o sport turismo/naked. Todo ello disfrutando de un esplendido entorno
y rodeado de excelentes parajes.
LA RUTA.
Comenzamos partiendo del cruce de El
Casar de Talamanca (Guadalajara) dirección Mesones, Y tomando la GU-1057 hasta el cruce con la GU-1058. Tramo corto con una carretera estrecha y sin arcenes, esta comarcal nos ofrece un
entremés de lo que nos espera mas adelante. Entramos ya de lleno en una retorcida bajada, templando frenos y neumáticos
en tres puntos fuertes y cerrados. Sin dejar de poner especial atención a un asfalto que en ocasiones desliza como el mármol pulido (sobre todo al abordarla en sentido contrario), las poco menos de siete curvas finalmente nos dejan a
la entrada del pueblo, donde iniciaremos un desvío a derechas sin dejar la misma GU-1058 que nos llevará hasta la localidad de Valdepiélagos.
Los escasos seis kilómetros que separan ambas poblaciones no pueden comenzar de la mejor manera; metiéndonos en faena
abordamos la primera triple de derechas en subida, que me recuerda totalmente
al final de la recta del Circuito de Laguna Seca –salvando distancias, claro-
pero en dirección contraria y en subida, donde parece que no terminas nunca de girar
tumbado a la vez que retrasas la frenada. Rematamos la corta subida con dos
curvones más para encarar una nueva bajada donde dejaremos la Urbanización Lago Jaral a
nuestra izquierda. Es entonces cuando vamos descubriendo el corto y leve descenso que te invita a ejecutarlo de una manera tranquila dada la poca visibilidad que ofrece por su dehesa poblada de Coscojas y la estrechez de su vía hasta que
enlazamos con la M-120, la cual será reconocible debido al cambio de tonalidad que ofrece su
asfalto. Ésta nos llevará en poco más de un kilómetro hasta la entrada en el
casco urbano de Valdepiélagos.
Una vez dentro del pueblo tomaremos la
primera intersección a la derecha y haremos un doble giro en la misma dirección para enlazar con la
M-125 que lleva directamente hasta el Cubillo de Uceda, pero que dejaremos
antes para conectar con la GU-202, ya en tierras alcarreñas y con dirección a
Uceda. Enganchados en esta última vía, atravesaremos la Urbanización
Peñarrubia que, abandonamos enfilando una corta recta en subida donde nos espera el primer giro de izquierdas. Son casi seis kilómetros de zona sinuosa y con continuos
toboganes que hará las delicias de los usuarios con modelos trail como dije al
comienzo. De extraordinaria belleza, cuanto más aprendes este tramo y lo conoces, mucho más lo adoras.
Gran desconocido por muchos, puede hacerse corto, pero seguro que inolvidable. Es raro que no quieras volver a repetirlo.
Toca volver a la calma y entramos de lleno a la localidad de Uceda, aunque solo hayamos hecho un corto uso de la CM-1002, la misma que nos ha de llevar hasta orillas del Río
Jarama en la frontera con la Comunidad de Madrid, la que ya no abandonaremos hasta el final de nuestra ruta; cruzamos el paso del río custodiados por una formación de "Malacones" y tomamos la M-102 en
sentido derecha hasta Pontón de la Oliva (adentrándonos en la M-134), que nos conduce hasta el Mirador del Embalse del Atazar por una carretera con firme
regular, pero algo peligroso en invierno a causa de las múltiples manchas de humedad que rebrotan en ciertos puntos. Presenta un asfalto deslucido por el
paso del tiempo y la situación meteorológica extrema de la zona que castiga su superficie por el incesante paso de camiones que derraman la sal al paso para combatir las heladas. En época de calor goza
de agarre aceptable y la ausencia de baches lo hace excelente para disfrutar
apurando y entrelazando curvas, siempre teniendo sumo cuidado con la cercanía de sus
guardarraíles que, en muchas ocasiones, te da la sensación de que llegas a rozar los
manillares si intentas hacer cambios de dirección excesivamente bruscos.
De este modo llegamos al punto mas visitado y parada obligada de muchos motoristas: el mirador de El
Atazar. Lugar de visión privilegiada donde se pueden observar la majestuosidad del pantano y su presa, y la localidad del mismo nombre de fondo envuelta en un mar de jaras que destacan
con el rojizo de su terreno y el negro de su pizarra. Algunas mañanas, si el tiempo acompaña, podemos tener la fortuna de contemplar a los integrantes del 43 Grupo de Fuerzas
Aéreas con base en Torrejón de Ardoz, que a bordo de los conocidos “botijos”
(Canadair CL-215), aviones apaga-fuegos, descienden hasta el pantano para
amerizar y llenar sus tanques de agua, llegando a recorrer una gran distancia
dentro del pantano y levantado el vuelo una vez cargan sus bodegas, para posteriormente lanzar su contenido sobre una zona elegida. Es todo un
espectáculo.
Después de admirar la belleza de este paraje incluyendo unas fotos en
grupo (si no hay foto, no hay salida), continuamos por la M-134 casi el tiempo
que transcurre hasta llegar al cruce y entrar en la M-133, que desembocará en la
intersección de Torrelaguna–El Berrueco.
El asfalto que nos encontramos en los,
aproximadamente catorce kilómetros hasta dicha intersección, es el mismo que
hemos dejado recientemente atrás y del que sólo tendremos especial cuidado en
mañanas frías, por el hecho de comenzar los primeros kilómetros entre las sombras del pinar que discurre a través de la vía y, como no, debido a su clara orientación hacia el norte. Este tramo es de los más divertidos y técnicos de la ruta. Su
parte final ofrece un pequeño desnivel en bajada donde no paras de enlazar
virajes a izquierda y derecha sin frenadas fuertes, haciendo que la
conducción fluya de manera muy agradable. Una sensación que se verá incrementada si
nuestra visita a la zona es más regular y conseguimos memorizar el trazado. En
cualquier caso, nada que no escape a la pura lógica de la conducción en
carretera.
De este modo llegamos al cruce con la M-131
que divide en dos las posibilidades de cambiar la ruta. Si disponemos de poco
tiempo, tendremos la ocasión de transitar menos de nueve kilómetros hasta
Torrelaguna por el que será el mejor tramo de carretera que vamos a recorrer
dentro de la ruta, justo merecedor de la fama que los moteros dan a este lugar. Una vía ancha, bien peraltada, con
guardarraíles seguros y un asfalto con buen agarre. Tramo que en un día de
diario se disfruta al 100% por el poco tráfico que presenta, pero que en fin de
semana puede llegar a ser un suplicio debido a la alta masificación de vehículos de dos y cuatro ruedas. Es un trayecto que engancha por ser
muy cómodo y entretenido, pero que se acaba rápido. Sin embargo, nosotros
seguiremos trayecto hacia la Sierra del Rincón tomando el desvío a la derecha
desde el cruce con la M-131, donde nos esperan parajes de gran belleza y podremos
disfrutar de un recorrido más largo. Al fin y al cabo, el de Torrelaguna, será
uno de los tramos que retomaremos en la parte final de nuestro trayecto.
Como hemos elegido la ruta larga, dirigimos nuestro camino hacia El Berrueco, donde
proseguiremos camino hasta bordear el Embalse del Atazar, no sin antes tomar la M-127 dirección
Cervera de Buitrago, inmersos en un trazado sencillo y carente de curvas lentas.
Dos largas rectas nos hacen admirar el paso por La Dehesa de Santillana y su
palacio finca hoy reconvertido en un complejo para bodas.
De este modo llegamos
hasta la Presa del Villar, otra de las grandes obras del agua y que sirven de
abastecimiento (como el resto de los embalses de la zona) para la capital y un
gran número de localidades de la provincia. En época de capacidad plena del embalse, podremos admirar su magnífico salto de agua en
caída al vacío.
Dejamos la presa y nos dirigimos rumbo a
Robledillo de la Jara sin pasar por la localidad de Cervera (no la de Marc Marquez). A través de la misma M-127 que nos
dejará casi a las puertas de la localidad de Prádena del Rincón, una carretera
sencilla y de agarre correcto la cual nos permite plantarnos en Robledillo,
dándonos cuenta enseguida el porqué de su apelativo; el monte de jaras que
bordea el pueblo es inmenso.
A partir de este momento enlazamos hasta un total
de tres pueblos separados entre sí por muy pocos kilómetros: Berzosa de Lozoya Serrada
de la Fuente y Paredes de Buitrago, lo que hará que nuestra ruta se ralentice más de
lo deseado, pero que la arquitectura y el entorno compensarán esa falta de
acción.
Arquitectura como la de este último pueblo, que muchos dicen que debe
su nombre gracias a la rectitud que mostraban en el pasado sus muros y fachadas en
piedra sin mortero. Construcciones que son todo un símbolo en la Sierra del Rincón, y donde sus
ayuntamientos han logrado que se continúe edificando de esta misma forma y no
perder así ese atractivo que les define.
Hemos dejado Paredes atrás y retomamos la bella
ruta hasta Prádena del Rincón. En este tramo descubriremos dos Nidos de
Ametralladora, los cuales no pertenecen a ninguna guarida de ave singular de la zona, sino
que servían como emplazamientos equipados con un fusil ametralladora, y que se empleaban en la
Guerra Civil como apostadero de francotiradores para el control de tropas en el paso. Éstas se encuentran en el margen izquierdo de la vía y son
todo un símbolo de lo que nunca hay que volver a repetir jamás; en la siguiente
intersección que nos hallamos, deberemos dejar la M-127 para coger la M-130
a derechas y no dejarla ya hasta Puebla de la Sierra, último pueblo de la
Comunidad de Madrid por estas latitudes. Aquí comienza una verdadera ruta de
montaña donde, de nuevo, las motocicletas tipo trail se van a encontrar en su salsa.
Bajada de Montenegro |
Proximidades con el cruce de La Hiruela |
Vamos dejando las últimas casas de Prádena
del Rincón y, observando la vía estrecha por donde avanzamos en la que apenas entran dos turismos, nos
vamos haciendo una ligera idea del territorio que nos queda por descubrir.
La Dehesa es el tramo que nos ha de situar a las faldas del Puerto de la puebla
(1636 metros de altitud) o Cerro de Montejo como es conocido por los lugareños.
Los rebollos, como se conoce al roble pequeño por estos lares, van ciñéndose a los márgenes de esta pequeña
carretera y como espectadores silentes nos acompañan hasta el inicio del
ascenso al puerto. La subida comienza a retorcerse a la vez que va cogiendo
desnivel de tal manera que, llegando a la bifurcación con el desvío hacia La
Hiruela, cogemos una amplia curva de derechas que nos obligará a tomarla en
primera o segunda velocidad. Dos largas rectas nos adentran en la zona de pinar conocida como Montenegro y, cuestión de tres curvas después, coronamos por fin la
cima finalizando de este modo la ladera oeste del puerto.
Mirador oeste |
Mirador este |
Aquí en el alto haremos otra de las paradas obligadas. Lo mejor de este Puerto
de la Puebla es su maravilloso mirador. Al Oeste se puede admirar parte de la zona recorrida y todo el Valle
del Lozoya, con Somosierra en la zona mas oriental. Al este, la bajada que nos espera hasta llegar a La
Puebla, con ese trazado serpenteante que parece no acabar y se pierde con la
visión de los primeros tejados de las casas que se adivinan en la distancia. El
tortuoso recorrido impresiona a simple vista y nos dibuja una sonrisa en la
cara presintiendo la faena que nos espera a los mandos de nuestra motocicleta. Es el
momento de ponernos manos a la obra y gozar de esta impresionante bajada.
Recuerdo cuando todavía era propietario de
mi Honda XR 650 R. Equipada con ruedas de 17 pulgadas y neumáticos de carretera, era una delicia recorrer este tramo ratonero que se adaptaba a las mil
maravillas al concepto Supermotard. Las horquillas de 180º y en bajada que dibuja la retorcida vía, no
suponían ningún problema y hacía que la conducción fuera verdaderamente excitante. Pero sigue siendo divertido con cualquier tipo de motocicleta y tampoco
hace falta utilizar sus más de veinte curvas y los casi nueve kilómetros como
un circuito de carreras para deleitarnos de un magnifico pilotaje; pinos, robles, jara, cantueso... generan un olor especial que nos acompañará durante el descenso y servirán de complemento para apreciar aún más todo lo que nos rodea. Si a esto añadimos que tenemos la posibilidad de hacerlo en grupo, disfrutaremos mucho mas con el descenso y su belleza se multiplicará notablemente.
Plaza de Carlos Ruiz. La Puebla |
Una vez en La Puebla de la Sierra, y si
disponemos de algo de tiempo, podremos estacionar por un momento nuestra
motocicleta y admirar la arquitectura que nos ofrecen sus casas de piedra, la ermita que data del siglo XVI junto a la fuente de
ingeniería árabe, o el esplendido museo al aire libre de El Valle de los Sueños,
que cuenta con más de 100 obras de 28 escultores, integradas perfectamente en el paisaje y muy próximas a su casco urbano. Pero si esto no fuera suficiente,
disfruta de la naturaleza más pura y con mejor encanto que vas encontrar en un pueblo de la Comunidad
de Madrid, y que resulta más propia de zonas del norte de España.
Terminaremos la visita reponiendo fuerzas en su mesón hospedería que lo encontrarás en la Plaza Carlos Ruiz, junto al ayuntamiento. O en el Bar de Filo, tasca tradicional que además funciona como pequeña tienda de alimentación.
Vamos iniciando el regreso a Torrelaguna, pero descubriendo un nuevo camino hasta la localidad de Buitrago de Lozoya, una de las más importantes en esta zona de la sierra noreste. Aunque también andaremos una parte sobre nuestros pasos. Una vez hayamos bajado el puerto de la Puebla y pasado Prádena del Rincón, continuaremos viaje por la M-137 en dirección Gandullas y Buitrago. Cruzaremos el pequeño paso del Río Cocinillas que se retuerce en presencia de una mole rocosa al pie de su pequeño puente, y bordeado por los característicos muretes almenados que marcan el límite de la pista y que resultan tan tipicos de las carreteras de montaña. Este tramo es uno de los habituales dentro del Rally Comunidad de Madrid y un paso donde se concentran muchos aficionados por su gran espectacularidad.
De este modo llegamos enseguida a la localidad de Gandullas, muy próxima a Buitrago y separada por la Estación de Seguimiento de Satélites que encontraremos a nuestro paso.
Estación de Seguimiento de Satélites. Gandullas. |
Como dije al principio, llegados a la localidad de Buitrago, merece la pena hacer un alto para admirar su Conjunto Histórico Artístico o reponerse del camino recorrido, si es que no lo hemos hecho antes en La Puebla.
Es hora de volver hasta Torrelaguna por la Comarcal M-126 que nos llevará hasta el pueblo de Manjirón; apenas seis kilometros y medio de trazado suave que nos acercan hasta este pequeño municipio, pero que una vez que comenzamos a abandonar los limites de su casco urbano, diafrutaremos de un corto paseo flanqueado por muros de piedra que delimitan la pista en algunas zonas. Salvando las distancias, por momentos pareces discurrir por alguna de las angostas carreteras que se pueden ver en algún paraje británico. El corto itinerario nos lleva a conectar con la M-127, carretera por la que ya hemos circulado y que ha de llevarnos de vuelta hasta Torrelaguna, realizando un giro a la derecha una vez ponemos un pie en su cruce.
Y como ya he descrito al comienzo el magnifico recorrido de la M-131 que comprende las localidades de El Berrueco y Torrelaguna, el cual es merecido responsable de la fama de esta ruta de El Atazar y que muchos practican, solo queda disfrutar del estimulante itinerario que supone cubrir la distancia entre estas dos localidades.
Realmente se hace corto y se echa de menos un trazado más largo con la seguridad y buen rollo que transmite este. Todos tenemos alguno de referencia que, por debilidad o cercanía a nuestro lugar de residencia, es el que más visitamos con frecuencia. Reconozco que el mío no puede ser otro, tanto por las circunstancias a las que me refiero, como a las de conocer la zona desde muy niño. Merece la pena descubrirlo.
Buena ruta. Uves y Ráfagas.
Miguel A. Eguía
@eguiaonroad