lunes, 16 de noviembre de 2015

LA BALA ROJA DE LOS SANTOS



   Traigo una historia de carreras. De como un grupo de amiguetes un día decidieron prepararse un ciclomotor para correr en las pruebas de  ciclomotores automáticos que por los años '90 se celebraban en el circuito de los Santos de la Humosa de Madrid. Eran carreras para no federados, por lo que el nivel de los presentes no iba mas allá de compartir una mañana oliendo a ricino en buena compañía y disfrutando del ambiente de las carreras sin grandes presupuestos que arruinaran los bolsillos de humildes y jóvenes asalariados. Imagino que las normas y especificaciones dentro de este campeonato se limitaban a tres o cuatro reglas básicas; el caso es que no recuerdo el reglamento fundamental de la competición pero, lo mas importante, que el motor fuese automático y que no cubicase mas de 65 c.c. 


      Es entonces cuando deciden preparar un ciclomotor que fuese totalmente distinto al 100% del resto de la parrilla en aquel momento. Algo que no se limitase a ser un Vespino o una Derbi Variant. Y es en ese instante que deciden ponerse manos a la obra y, después de visitar varios desguaces y hacerse con un chasis de Derbi FDX 50 y un motor de Variant, dejaron volar su imaginación y comenzar con el prototipo.






   

    Con mas ilusión que medios, improvisan el taller en un antiguo local usado como trastero por el hermano de uno de sus integrantes. Lo primero y mas urgente, intentar alojar ese motor portante de Variant en el chasis de la FDX. La doble cuna del cuadro que, en principio impide ese alojamiento al molestar el cilindro del propio motor, desaparece para dar forma a un triangulo doble partiendo de la pipa de la dirección. Esta reforma, a parte de servir de nuevo refuerzo, abrazará el motor en su parte superior. Entonces se decide también cortar algo el subchasis para poder instalar mas adelante un colín monoposto que acorte el conjunto. Aunque en sus comienzos y debido a las ganas por ponerla rapidamente en competición, se limitaran a colocar un asiento de FDS que se pegaba mas de tortas con su estética que Chuck Norris en una peli de chinos. El resto de componentes que formaban la parte ciclo de la negra FDX de serie se montaron sin mas. Si acaso algun reglaje mejorado en los muelles de la horquilla y su aceite, pero poco mas. Es lo que había, que ya era bastante; lo mas importante, la ilusión.




Vista de uno de los escapes que EDR desarrollaba para la Derbi.

   En el motor poco mas que decir salvo el montaje de un cilindro Metrakit de 65 c.c. con un variador aligerado y su admisión y escape modificados. Es en este último apartado (el escape) donde contaron con la ayuda directa de uno de los mejores fabricantes de escapes de la época (otrora piloto offroad de gran nivel en los nacionales e ISDE de enduro) Enrique del Rey. Aprovechando la amistad con uno de los integrantes del equipo y la cercanía de las instalaciones donde fabricaba sus escapes y accesorios aligerados para bicicletas, EDR se convirtió así en el único patrocinador y elemento "Pata negra" con el que contaban en ese invento.


El chiquitín en plena trazada.



   Asi nace el equipo DMR competición. Comenzando en las carreras con mas pasión que medios, poco a poco se les ve aparecer con mas asiduidad en la cabeza de la parrilla y en las cerreras que componían cada manga los fines de semana. El piloto encargado de hacer volar este invento era mi amigo Samu. Y no le eligieron precisamente por ser el mas ligero (un bigardo de mas de 1'80 y casi 100 kg de gimnasio) y aerodinamico, que por otra parte hubiese sido lo mas lógico para no penalizar la precaria potencia de un ciclomotor, sino por las buenas maneras que tenía su pilotaje para hacerla evolucionar en cada curva del ratonero Karting de Los Santos. Tanto fué asi, que el estilo de pilotar de la mayoría de pilotos era en modo offroad. Es decir, lo que hoy en día vemos en los pilotos de supermotard, tirando la moto en dirección de la curva y apoyando el pié en el asfalto con el cuerpo erguido. Pero Samu creía poder llevar mucho mas rápido su montura adoptando un pilotaje mas del estilo GP. Como diría hoy en día el gran Jordi Torres un "Knee ground"(rodilla al suelo). Cuando le vieron a las primeras de cambio algunos pilotos evolucionar dentro de la pista, le aconsejaron que cambiara ese estilo, ya que en un circuito tan ratonero y lento de poca velocidad de paso por curva, no tenían sentido tales filigranas. Con el tiempo y, debido a las frecuentes visitas en la cabeza de carrera de la "Bala Roja" comandada por mi amigo Samu, se tuvieron que rendir ante la evidencia y darse cuenta que estaban equivocados. El conjunto funcionaba. Su motor aceleraba como un diablo en cada salida de una curva y, su chasis tubular, Heredado de aquella negra FDX, asi como el buen hacer a los mandos del amigo Samu, se convirtieron por derecho propio en el mejor tandem cada fin de semana de carreras y en la referencia del Karting. Una autentica BALA ROJA...


Asi es como quedaría finalmente la Bala Roja de Los Santos.

                                    

                                                                                                          Miguel A. Eguía.

domingo, 15 de noviembre de 2015

QUIEN SIEMBRA VIENTOS RECOGE TEMPESTADES.




    "...Más que lo que haya ocurrido en la pista, al final es lo que (Valentino) ha hecho fuera de ella; atacando tanto, haciendo creer a la gente cosas que no son y que ningún otro piloto ha visto excepto él. Al final, yo tengo la conciencia muy tranquila: siempre he dado el cien por cien y he hecho lo que creía debía hacer, en Phillip Island, en Japón o en Aragón. Siempre he intentado estar en lo alto del cajón".

   Con estas declaraciones en rueda de prensa, Marc Marquez intentaba justificar por enésima vez, que los ataques verbales de Valentino hacia su persona acusándole de malas artes deportivas y apaños truculentos para que Lorenzo se llevase el mundial, no son nada mas que elucubraciones de un piloto que no ha encajado de manera deportiva la perdida de un titulo que, por otra parte, ya sabía perdido desde hace algunas carreras.


   No voy a pasar a referir de nuevo lo que ya dije en la anterior entrada de este blog, sobre aquellas declaraciones de Rossi en rueda de prensa antes del GP de Malasia donde hablaba de un pacto tácito entre el mallorquín y el catalán y, que para mi, son la madre del cordero de lo que ha sucedido después; de aquellos polvos vienen estos lodos... lo que ya resulta cansino y estomagante, como dirían en mi pueblo, es que el italiano no pare de poner su ventilador esparce mierda cada vez que le ponen una 'alcachofa' delante. Y es lo que ha vuelto a suceder después del GP de Valencia haciendo que la afición vuelva a dividirse y tome partido por uno u otro piloto. Algunos de manera excesivamente fogosa e incendiaria en las redes sociales. Pero, ¿es posible que la verdad solamente esté del lado de uno de los pilotos? 


   En esta carrera a Marc se le había acusado de ser excesivamente conservador con su posición durante toda la prueba; y es que estamos muy habituados a ver como se las gasta el pequeño trueno de Cervera en pista. Muchos esperaban, al menos, que Marc hubiese podido incordiar al rápido Lorenzo en alguna ocasión. Yo el primero. Pero el ritmo que imprimió éste de principio a fin en la prueba fué tan alto que, en mi opinión, el catalán hubiese tenido que arriesgar en exceso llevándose puesto al de Yamaha con toda probabilidad de haberlo siquiera tocado. Eso abriría una nueva puerta a la polémica carrera de por si devaluada ya mediáticamente durante varias semanas. Por otra parte, de no haber tenido ese ritmo tan alto, estoy seguro que Marc habría ganado la carrera seguramente, ya que no era determinante que Jorge terminase primero para llevarse el campeonato y, creo honestamente, que a Marc tampoco le hubiese gustado este hecho. De ahí a ayudarle a ganar el campeonato de manera deliberada y pactada, va un mundo.


   Ya conocemos la sabiduría del refranero español y como siempre sacamos alguna moraleja vital a muchas de sus expresiones. En la que sirve como titulo a mi entrada, a Valentino Rossi le viene como anillo al dedo, porque no se puede intentar sacar tanto beneficio a tamaña sarta de memeces, apoyándose en arreglos a dos bandos entre pilotos. En todos estos años siguiendo las carreras de GP (y son mas de 35) no había visto nada igual en mi vida. Estas artes infantiles a las que ha recurrido el italiano fuera de la pista, ha ganado a otras muchas en las que haya tenido con otros pilotos en su dilatada carrera mundialista; incluso pilotos con cierta personalidad cuando se bajaban de la moto y que sabían crear de manera hábil y torticera esa guerra de nervios fuera de pista para desestabilizar de manera clara una vez dentro.El caso de los Roberts o Spencer; Doohan y Rainey; el mismo Doohan y Criville... estos han sido unos santitos comparados con el 'bueno' de Rossi.


    Rossi ha sembrado si... esparció deliberadamente la semilla en aquella rueda de prensa del jueves pre Malasia. Estuvo preparando ese cultivo horas antes para tener a punto el campo de batalla y asegurarse una cosecha final copiosa, que le reportase el beneficio en forma de titulo mundial sin excesivos riesgos. Pero las malas artes empleadas en la siembra de ese germen le han hecho recoger un fruto demasiado amargo. No contaba con la juventud y vehemencia de un piloto como Marc al que le gusta mas hablar dentro, que fuera de la pista. Y que no se doblega ante falacias y bolas de ningún otro piloto, aunque este sea el mismísimo y todopoderoso Valentino Rossi.


   Después de todo esto si que ha conseguido recoger algo... Y ha sido crear un odio atroz por parte de un sector de la afición, gracias a esa fuerza mediática con la que cuenta, por la figura de un piloto que ha dado y dará muchos y buenos momentos a este deporte y que solo merece el respeto y la admiración de todos los que seguimos los GPs. Esperemos que todo este desaguisado quede en el olvido y podamos seguir disfrutando de carreras entretenidas y apasionantes el próximo año... pero dentro de la pista. Como gran aficionado lo deseo. 


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                                                                                                         Miguel A. Eguía